Hayao Miyazaki, Dios debe hacer animación

La mayor parte de su obra ha estado enfocada a los niños, al punto de ser llamado el "Disney japonés". Su obra trata temas de contenido, con mensajes antibélicos, o abordando temas complejos como el hombre y la naturaleza, el individualismo o la responsabilidad, lo que le ha valido el reconocimiento público de Occidente y de los especialistas.

El viaje de Chihiro recibe el Oso de Oro de la Berlinale 2002, el Oscar a la mejor cinta animada en 2002 y el reconocimiento a su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia.

Increible este cineasta japonés, cuyas películas sólo pueden ser consideradas obras maestras y no sólo de la animación sino de todo el cine en general. Desde los guiones, sólidas historias de fantasía anti-violencia, respeto por la naturaleza y por otros seres humanos, hasta la cuidada ambientación, el trazo, el color, los escenarios, y los personajes, imbuidos de una perfección camuflada sutilmente en la idea de una sencillez de los conceptos.

Aunque parezca mentira, todo es sus películas está hecho a mano, los personajes están pintados utilizando técnicas tradicionales japonesas, los escenarios hechos a través de planchas y más planchas de metacrilato cada una con una parte del todo para crear la sensación de profundidad, hasta el guijarro más pequeño del suelo es un increible trabajo manual.

Es por tanto un genio de la animación tradicional y de esas pequeñas historias que nos atrapan, como un insecto en ámbar, para el resto de nuestras vidas.