Ryden es dueño de una iconografía personal. Rescata el universo paralelo que Lewis Carrol creó en “Alicia en el País de las Maravillas”, donde todo parece posible. Y sus pinturas, al óleo sobre tela, son un obsesivo amalgama de cultura kitsch, surrealismo, misticismo oriental, cuotas iguales de perversidad e inocencia, con recurrentes clichés nostálgicos.

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